27/11/2014 | La Prensa

En inferioridad numérica, The Strongest logró un empate, valioso desde lo anímico y lo futbolístico, a uno, resultado que beneficia, sin embargo, más a Bolívar.

LA PRIMERA ETAPA. La característica principal del primer tiempo fue la reiterada pérdida de balones de los atigrados en el medio campo, lo que derivó en acciones muy peligrosas de los celestes.

En dos de esas situaciones, el zaguero central Marco Paz fue amonestado y, consecuentemente, expulsado. En general, los atigrados intentaron jugar, hacer fútbol, pero daba la impresión de que algo faltaba para que se hilvanen jugadas correctas y que inquieten a los adversarios.

El juego se hizo recio. Ronald Eguino fue amonestado, mientras que los gualdinegros se multiplicaban en la marca con una dosis de extraordinario sacrificio.

Los académicos generaron mucho peligro, pero el esfuerzo de sus tradicionales permitían mantener su arco en cero, aunque con pocas posibilidades de vulnerar a la defensa de Bolívar.

José Luis Sánchez Capdevila hizo gala, si vale el término, de innecesaria violencia y fue otro de los amonestados en el clásico.

Sin embargo, fue los aurinegros quienes se pusieron en ventaja en tiempo adicional. Un tiro de esquina desde la izquierda dio paso a una reacción de coraje de Fernando Martelli, quien habilitó a Pablo Escobar y éste amagó rematar, pero habilitó a Checa, quien solamente tuvo que enviar el balón al fondo de las redes. Uno a cero.

EL SEGUNDO TIEMPO. Los celestes se lanzaron al ataque, pero carecían de claridad, a grado tal que cuando promediaba la parte final del encuentro, fueron los stronguistas quienes generaron la acción más peligrosa, en un contragolpe lanzado por Escobar.

Empero, tanto va el agua al cántaro, dice un popular refrán, que termina por romperse. Así, fue hasta que a los 30 minutos, tras un tiro de esquina servido desde la izquierda, el español José Luis Sánchez Capdevila conectó un cabezazo certero que decretó la igualdad.

Mucho tuvo que ver en este tanto, el ingreso de Leandro Maygua en sustitución de Ronald Eguino, pues de esa forma, los bolivaristas ganaron en volumen de juego.

Los atigrados apostaron, en inferioridad numérica, a defenderse y solamente se animaron a salir en busca del arco contrario en los minutos finales.

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